«Recuerden que lo más valioso en la vida es poder caminar con libertad, regresar a la casa con la frente en alto y mirar a sus familias a los ojos con la conciencia tranquila»

LIDERAZGO VISIONARIO Discurso del expresidente Guillermo Lasso Mendoza en la ceremonia de graduación de los estudiantes de la Universidad Uniandes, en Santo Domingo del los Tsáchilas: Agradezco a Uniandes por permitirme compartir con ustedes algunas reflexiones sobre liderazgo y visión de futuro a partir de mi experiencia en el sector privado y en la administración […]

Graduación estudiantes Uniandes 26.03.2025, Sto. Dgo. Tsáchilas

LIDERAZGO VISIONARIO

Discurso del expresidente Guillermo Lasso Mendoza en la ceremonia de graduación de los estudiantes de la Universidad Uniandes, en Santo Domingo del los Tsáchilas:

Agradezco a Uniandes por permitirme compartir con ustedes algunas reflexiones sobre liderazgo y visión de futuro a partir de mi experiencia en el sector privado y en la administración pública.

Disfruto de estos espacios con los jóvenes porque me llenan de esperanza y optimismo. Me inspira escuchar sus opiniones y proyectos; son una fuerza motivadora, una poderosa locomotora que avanza imparable. Admiro que estén siempre dispuestos a conquistar el mundo. Lo veo en ustedes, lo veo en mis hijos y me hacen recordar al joven incansable que un día fui.

Empecé a trabajar a los 15 años. A esa edad conseguí mi primer empleo como mensajero en la Bolsa de Valores de Guayaquil. Lo hice por necesidad. Mi padre fue obligado a jubilarse por una ley de la dictadura, así que los ingresos en mi casa disminuyeron. A pesar de las dificultades, tenía claro un propósito: terminar el colegio. Ese se convirtió en el primer gran objetivo de mi vida y, con él, aprendí una lección que me ha servido hasta hoy: es fundamental tener una meta clara.

La segunda lección que aprendí fue que además de un objetivo necesitaba una oportunidad. Yo la tuve y fui hacia adelante. Las clases de contabilidad que me enseñó mi profesor de economía, en el colegio San José de La Salle, fueron fundamentales para mi carrera profesional. No estudié en la universidad, pero me formé a través de numerosos cursos de banca, finanzas y negocios, que me prepararon aún más para el camino que elegí.

A los 22 años, el adolescente que comenzó como asistente se convirtió en gerente de una empresa de créditos. Un año después, fundé mi propia compañía y en ese camino logré salvar de la quiebra a dos sucursales de grandes multinacionales: Coca-Cola e Hino, la fabricante japonesa de camiones. A los 29 dirigía una financiera y, a los 34, ya gerenciaba el que sería el segundo banco más grande del Ecuador.

¿Lo logré solo? Por supuesto que no. El éxito, tanto en las personas como en las empresas e incluso en los países, es el resultado del trabajo en equipo. Solos avanzamos poco, pero juntos podemos lograr grandes transformaciones.

Entonces, para mí, la ecuación perfecta contiene cuatro elementos: conocimientos, objetivo, oportunidad y equipo.

Cuando asumí la presidencia de la República en mayo de 2021, el país enfrentaba una de las crisis más graves de su historia republicana. La pandemia no solo cobró la vida de al menos 35.000 ecuatorianos, sino que también elevó la pobreza en nueve puntos y disparó el desempleo al 13,3%, cuando un año atrás era del 3,8%. Estas cifras reflejan con contundencia la magnitud de la crisis que tuvimos que enfrentar.

Hay que sumar que el déficit fiscal superaba los siete mil millones de dólares, no había vacunas para nadie, el miedo y la desesperanza eran los sentimientos de un país que no veía la hora en que esta pesadilla terminara.

Ante la situación me propuse vacunar a nueve millones de ecuatorianos en cien días, con las dos dosis completas. Ese objetivo no solo salvaría vidas al reducir los contagios por COVID, sino que también impulsaría la reactivación económica.

Muy rápido comprendí que para llegar a esa meta debíamos convertir a la vacunación en una causa nacional que movilizara a todo el país. Ya no era un objetivo del gobierno de Guillermo Lasso, era un objetivo del Ecuador.

Implementamos una logística similar a la de las elecciones, con el apoyo del Consejo Nacional Electoral, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el Ministerio de Salud, universidades, centros educativos y la empresa privada. Pero, sobre todo, fue la disciplina de los ciudadanos lo que hizo posible el éxito de la campaña. Respondieron al llamado, y juntos lo logramos.

En septiembre de 2021, cumplimos la meta: nueve millones de ecuatorianos estaban vacunados y a diciembre de ese año, la economía que había sufrido una caída estrepitosa se recuperó a una velocidad a un mayor. Ese año, crecimos 9,8 puntos del PIB.

Reactivar la economía también fue la primera política social que pusimos en marcha, porque la gente volvió a salir, a emprender, regresó a las oficinas, a los colegios, a las fábricas. 

Un liderazgo visionario radica en saber hacia dónde ir, prever el futuro y organizar a la familia, la empresa o a la sociedad para avanzar con un propósito claro. En el caso de la vacunación, fue salvar vidas, salir el encierro y recuperar la normalidad.

Cuando lideren equipos, deben inspirarlos, mostrarles el camino e ir con ellos al frente, como verdaderos guerreros, enfrentando la adversidad con determinación. El camino no siempre será fácil, pero el esfuerzo, la visión de un bien mayor y la convicción de lo que quieren hacer, los impulsarán a alcanzar la meta.

Apenas iniciado el gobierno, le pedí al equipo diplomático que concretara una reunión con el presidente de China, Xi Jinping. La oportunidad llegó en febrero de 2022, a los nueve meses de estar en Carondelet. Para un país pequeño como Ecuador, reunirse con un líder de la talla del presidente de China es un acontecimiento de gran importancia. Cada minuto en ese encuentro debía ser trascendental, porque este tipo de reuniones no se repiten fácilmente.

Cuando me senté frente a frente con el presidente Xi, le hablé con total honestidad. Le expresé que funcionarios corruptos de ambos países, años atrás, se habían coludido para beneficiarse de las preventas petroleras y que, por ello, era fundamental para nosotros desvincular el petróleo ecuatoriano de la deuda con China. También le planteé que la firma de un Tratado de Libre Comercio representaría una gran oportunidad para mejorar las condiciones económicas de nuestro país; y, que aún necesitábamos vacunas para mantener inmunizada a la población.

Volví al Ecuador con un alivio de la deuda pública de 1.400 millones de dólares, con 2,5 millones de vacunas y un año después, en mayo de 2023, firmamos el TLC. La oportunidad de esa conversación personal y frontal con el presidente de China fue la clave de todo.

Deben tener claro que algunas oportunidades son únicas y quizás no vuelvan a repetirse. Por ello, es fundamental saber reconocerlas, aprovecharlas y usarlas estratégicamente para alcanzar los objetivos.

En los años ochenta, cuando impulsamos el crecimiento del Banco Guayaquil, nos propusimos abrir una cartera de créditos para emprendedores. Ciudadanos que empezarían desde cero o pequeños empresarios llegaban con sus ideas, buscando financiamiento para crear o fortalecer sus negocios. Les dimos oportunidades y, a través de ellos, generamos empleo.

En el Gobierno, llevamos esa visión aún más lejos con el programa de créditos 1×30, que consistía en otorgar préstamos al 1% de interés, a 30 años plazo y por montos de hasta 5.000 dólares. El Estado ecuatoriano destinó más 1.200 millones de dólares a este plan, de los cuales alrededor del 60% fue entregado a mujeres.

Mi experiencia en el Banco Guayaquil me enseñó algo valioso: las mujeres son las mejores pagadoras. Desde una perspectiva de Estado, ellas son el pilar de muchas familias, asumiendo el cuidado de sus hijos, sus padres y, en muchos casos, de personas con discapacidad. Es ahí donde el Estado debe intervenir y brindarles oportunidades para que puedan salir adelante.

¿Para qué buscar el poder, si no es para servir? Estoy convencido de que cualquier espacio de poder, por pequeño que sea, debe ejercerse con honestidad y compromiso democrático. Esto cobra aún más importancia en tiempos de crisis, cuando emergen liderazgos autoritarios que terminan representando un costo altísimo para la sociedad.

Hoy, los países enfrentan enormes desafíos, pero los más apremiantes son la pobreza y la violencia generada por el crimen organizado. Este nuevo actor avanza con una fuerza y velocidad alarmante, infiltrando las instituciones públicas, comprando jueces, fiscales y policías, y logrando incluso representación política.

Ecuador ha sido testigo de esta realidad. Desde diciembre de 2023, hemos visto cómo el crimen organizado ha financiado campañas políticas. Cuando fui presidente y propuse la consulta popular, ciertos sectores políticos recibieron dinero ilegal para promover el «No» y evitar que se aprobara la extradición.

En los chats del narcotraficante Leandro Norero, capturado en mi gobierno, están las evidencias. Las organizaciones criminales buscan impunidad y, para lograrlo, necesitan controlar el Estado. Por eso, su estrategia pasa por influir y apoderarse de las estructuras políticas.

Ustedes son jóvenes, tienen mucho futuro por delante. Dirigirán empresas y quizás algunos de ustedes incursionen en la política y tengan el honor de dirigir el país. Mi sano consejo es que siempre se conduzcan con honestidad, transparencia y lealtad hacia la verdad y las personas.

A lo largo de su camino, es probable que sean tentados para llegar rápido a la meta. ¡Tengan cuidado! Porque el camino está lleno de trampas que les puede costar su reputación, sus bienes y hasta su libertad. Recuerden el destino de quienes cayeron en el juego del dinero sucio, la corrupción y la violencia: hoy están presos o prófugos.

Tomen decisiones correctas y honestas, incluso si eso implica renunciar a la fama o la fortuna. Recuerden que lo más valioso en la vida es poder caminar con libertad, regresar a la casa con la frente en alto y mirar a sus familias a los ojos con la conciencia tranquila.