Cartas de personalidades
Entre los años 2021 y 2023, estas cartas, escritas por ilustres dirigentes, fueron enviadas al presidente de Ecuador, Guillermo Lasso Mendoza, como testimonio de sus pensamientos y aspiraciones.

Carta de Joe Biden
The white house
WASHINGTON
mayo 15, 2024
His Excellency
Guillermo Lasso Mendoza
Quito
Your Excellency:
Thank you for joining me at the inaugural Americas Partnership for Economic Prosperity Leaders’ Summit at the White House.I am especially grateful for your early support of the Americas Partnership. At the heart of any successful partnership is a willingness for each partner to step up and take on a meaningful and substantive role within the initiative. I believe we have a once-in-a-generation opportunity to build the world’s most competitive, inclusive, and sustainable regional economy here in the Americas. And I believe we will achieve our region’s full potential if each one of us, including Ecuador, steps up to meet the moment.I extend my sincere thanks to you and your government for making this initiative a priority. Additionally, I would like to thank you for your support for the Los Angeles Declaration on Migration and Protection. I believe investing in countries hosting refugees and migrants can be a catalyst for innovation, growth, and stability.I wish you all the best in your new pursuits after leaving office. You and your government have been an important partner and friend to the United States, and you have my deep appreciation.
Sincerely,Jomph R. Sean L


Carta del Papa Francisco
Ciudad del Vaticano
enero 12, 2024
Estimado señor Expresidente:
He recibido su atenta carta el pasado 20 de noviembre de 2023, con la que he tenido la amabilidad de hacerme llegar una publicación de su autoría.
Le agradezco este signo de cercanía, mientras invoco sobre Usted y su familia los dones del Señor Jesus, que viene a nuestro encuentro también en los hermanos y hermanas más frágiles y sencillos, y nos recuerda que sólo los hermanos y hermanas más frágiles y sencillos, y nos recuerda que sólo en Él, Sabiduría de Dios y Luz del mundo, es posible encontrar respuestas a los interrogantes de nuestro tiempo, que se debate en la tormenta de las guerras, la violencia y la destrucción del planeta que nos acoge y sustenta.
Con confianza en la Providencia divina, que dirige el camino de nuestra existencia, lo invito a seguir con audacia cristiana la búsqueda del en beneficio de los menos favorecidos y excluidos de la sociedad, manteniendo vivo en su corazón el anhelo por los grandes ideales. Y, por favor, no se olvide de rezar por mí. Que Jesús lo bendiga a usted y a su familia y la Virgen Santa los cuide.


Carta de Guillermo Lasso en memoria de Sebastián Piñera
Descansa en paz querido amigo
Guillermo Lasso Mendoza
febrero 6, 2024
SANTIAGO DE CHILE
El martes 6 de febrero estaba en Houston, concluyendo un chequeo médico. Ese día también fue nuestro aniversario de matrimonio, María de Lourdes y yo cumplimos 43 años de casados y estábamos felices, celebrando nuestra vida en pareja, siempre los dos juntos a todas partes, como verdaderos compañeros de viaje, agradeciendo a Dios por estar uno a lado del otro. Camino al aeropuerto para regresar a Guayaquil, me escribió un amigo de Ecuador y me dio la noticia: Sebastián Piñera había muerto en un trágico accidente, me impactó tremendamente, me dolió, lo sentí.
Conocí a Sebastián luego de su primer mandato de gobierno, en 2014. Coincidimos en el hotel Intercontinental de Madrid, había llegado muy temprano desde Ecuador y cuando me estaba registrando, él entró con ropa deportiva para consultar información en uno de los computadores del salón vip del hotel.
Mi amigo Aparicio Caicedo me dijo bajito: “acaba de entrar el presidente Piñera, mírelo, está aquí”. Sin pensarlo, automáticamente me levanté de mi silla y fui a saludarlo.
Me presenté como un ecuatoriano que había seguido con atención su gobierno; me respondió con mucha amabilidad, fue una conversación de pocos minutos, pero de gran intensidad, tanta, que acordamos cenar esa misma noche, solo me pidió que escogiera “un restaurante en la zona antigua de Madrid”, “Casa Lucio”, le respondí, estuvo de acuerdo, con un estrechón de manos y sonrientes, nos despedimos hasta la noche.
La emoción se me fue al piso cuando me di cuenta de que estaba en apuros: ¿cómo iba a conseguir una reserva en ese restaurante reputado de la ciudad si apenas acababa de llegar a Madrid? Un empleado del hotel se apiadó de mí, llamó, insistió, hasta conseguirnos una mesa para que Sebastián Piñera y yo nos sentáramos a conversar como los grandes amigos que seríamos desde entonces.
En nuestra larga charla en Casa Lucio y en la caminata por la Plaza Mayor de Madrid hablamos sobre Ecuador, Chile, la política regional y la economía mundial. Éramos dos hombres que para entonces ya habíamos alcanzado logros empresariales, pero no eran tan importantes como la situación de millones de ciudadanos de nuestros países sumidos en la pobreza, en la angustia de sobrevivir día a día, en todo lo que se podía hacer y en lo difícil que era avanzar, más en ese entonces, en que la izquierda había reinaugurado los totalitarismos de Latinoamérica, en el nuevo siglo.
Le dije que aspiraba ser presidente de Ecuador y me dio varios consejos, todos muy útiles, sin prever unas crisis tan profundas como la que dejó la pandemia y la explosión de violencia por inseguridad que vivimos después, incluso, la violencia política que golpeó a nuestros países en 2019 y 2022. Sobre Chile, en específico, hablamos de sus diferencias limítrofes con Perú, de como enfrentaba las trágicas consecuencias del terremoto de 2010 en el que murieron cerca de 500 personas; de cómo el país era visto como un referente para la región, tenía la democracia que muchos queríamos tener.
Consideré y se lo expresé, no solo en ese momento sino en otras ocasiones, que él estaba en la capacidad de asumir un liderazgo regional para detener el avance de esa moda antidemocrática titulada en ese entonces “socialismo del siglo 21” que hoy, por su reputación tan negativa, se autodenominan “nuevos progresismos” (el mismo contenido en diferente envase). De esa conversación también intuí que se presentaría para un segundo mandato.
Cuando hablamos de la familia, reconocimos tantos puntos en común: solía vacacionar con su esposa, sus hijos y sus nietos si era posible; procuraba que la familia viajara completa, era una felicidad que no sabía explicar; sus nietos podían armarlo y desarmarlo, eran un amor incomparable que lo tenía cautivado. Escucharlo, parecía que yo mismo hablaba. Él veía a su familia como yo veo a la mía, es la roca que no se rompe.
En la cena, también sucedió algo extraordinario: en la mesa de alado se sentó el gran escritor peruano, Mario Vargas Llosa con su esposa Patricia. Él lo conocía, yo no, me lo presentó y allí comenzó mi amistad con Mario.
Fue un gran día de verano de 2014, conocí a dos hombres admirables que me honraron con su amistad: en distintos momentos, los dos llegaron a Ecuador por invitación mía, quería que conocieran más sobre mi país, sobre nuestra historia, sobre lo que somos, pero in situ. No quería que Ecuador fuera algo lejano para dos grandes hombres de América Latina.
Sebastián Piñera llegó a Guayaquil en 2016 para dictar una charla organizada por la Fundación Ecuador Libre. Habló de economía y medioambiente, tenía preocupación por la disminución de las reservas de agua global, cuyo mayor porcentaje se encuentra en nuestra región, y las serias consecuencias para la vida de la población en el futuro. Este hombre ya no solo pensaba en Chile, pensaba en el continente y más allá también.
En la noche, luego de su conferencia, le pregunté si quería salir a cenar o prefería una comida de casa, eligió la tranquilidad de mi hogar, la armonía y complicidad de la vida en familia. En la confianza de la amistad que se hizo fuerte en el tiempo, nos lanzó más de una broma haciendo gala de un fino sentido del humor que no dejaba títere con cabeza.
En uno de los días de su visita decidimos grabar un video juntos, yo manejaba el auto y él iba a mi lado conversando sobre la importancia de sus políticas de desburocratización para facilitar el emprendimiento y la generación de empleo. Hubiéramos podido grabar nuestras conversaciones gran parte del tiempo, porque usualmente hablábamos de ideas para nuestros países, analizábamos experiencias de otros lugares, cosas que podíamos hacer en Chile o Ecuador.
El 24 de mayo del 2017 me invitó a visitar su país, para hablar juntos en varios eventos organizados por fundaciones chilenas. Comprendí que quería “arroparme” el día en que Ecuador tomaba posesión Lenin Moreno, quien había llegado al poder luego de unas elecciones bajo sospecha de fraude.
Cenamos en su casa, hablé mucho con su esposa Cecilia, una dama cordial y carismática, sobre política y familia. Eran los temas medulares entre los Piñera Morel y los Lasso Alcívar. Puedo decir que desde entonces, hablábamos de vez en cuando desde cualquier lugar en donde estuviéramos como hablan los amigos, los hermanos.
En octubre del 2019 (del 3 al 11) estalló en Quito una “revuelta popular” que en el fondo pretendía echar abajo nuestra democracia, para esa fecha Sebastián Piñera había sido electo por segunda ocasión presidente de Chile. Lo llamé para contarle lo que sucedía en Ecuador. Le dije que yo era un opositor al gobierno de Moreno, no solo por las dudas de cómo había llegado a la presidencia, sino porque el período anterior, del que Moreno fue parte, se caracterizó por el autoritarismo, la persecución, el acecho a las libertades públicas y la corrupción.
También era cierto que Moreno dio un golpe de timón y puso a Rafael Correa lo más lejos que pudo de su Gobierno; su vicepresidente Jorge Glas ya estaba en prisión por corrupto (caso Odebrecht), varios ministros del correísmo también estaban presos o eran prófugos, y el mismo Correa ya era procesado penalmente. Entonces, estalló la violencia en el país de una forma inusitada, “manifestantes” entrenados para enfrentar a la Policía, protegidos con escudos, lanzando cohetes caseros, haciendo estallar cilindros de gas. Para mí era claro que se quería dar un golpe de Estado y que detrás de esta pretensión estaba Correa con dinero de Nicolás Maduro. A mí no me quedaba más que optar por el respeto a la institucionalidad y defender al gobierno de Lenin Moreno, no por Lenin Moreno en sí mismo, porque los hombres somos pasajeros, pero sí por la democracia ecuatoriana y nuestro futuro.
Debo reconocer que en ese momento escuchó mi teoría, de que se trataba de un intento del correísmo y del chavismo de tumbar nuestra democracia, con cierto escepticismo. Siete días después de que se apagó octubre en Ecuador, se encendió el “estallido en Chile” con características muy parecidas a lo que habíamos vivido.
Luego pasó en Colombia y a mí mismo me tocó enfrentar una situación aún más crítica, durante 18 días, en junio de 2022.
Vale recordar que meses antes, en enero 2019, los países democráticos de América Latina asumieron una posición radical frente al régimen de Maduro, apoyando a Juan Guaidó como el legítimo presidente interino de Venezuela: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú exigían su salida, eran 11 de los 14 integrantes del Grupo de Lima. Ecuador lo hizo después de octubre de 2019.
Aquello de la “brisa bolivariana” recorriendo América Latina, como lo declaró Diosdado Cabello, el número dos del chavismo, era muy cierta. El 2019 fue un año muy difícil para las democracias liberales acechadas por los nuevos “progresismos”; ellos veían perder su influencia en la región y tenían que dar la batalla, porque si no era por las urnas, el poder debían recuperarlo por la fuerza. Aunque no lograron su objetivo, debilitaron más las instituciones democráticas y profundizaron las heridas al interior de nuestras sociedades.
Hasta la frontera norte de Colombia llegaron Sebastián Piñera y otros presidentes de la región para presionar la salida de la dictadura de Maduro y liberar a Venezuela de ese régimen despótico que trajo la ruina a una de las naciones más ricas de América.
Casi dos años después, el 11 de abril del 2021, Sebastián me llamó para felicitarme por la victoria en las elecciones generales en Ecuador. Con su particular sentido del humor me dijo que el período de presidente electo es el mejor, porque una vez instalado el gobierno, vienen días duros e interminables, “duerma, duerma bastante ahora, porque cuando asuma el mando no podrá descansar”. Al final la broma también fue una realidad, cuando asumí la presidencia, hubo días de no dormir y, en promedio, trabajaba 17 horas diarias.
Nuestra comunicación como presidentes se hizo más precisa, tratábamos de temas de gobierno, como la vacunación contra el virus del COVID-19. Me interesó mucho saber cómo su país avanzó tan rápido en la adquisición de vacunas. La clave estaba en los acuerdos que logró con las empresas chinas para conseguir la Sinovac que funcionó muy bien en Chile.
Le seguí los pasos, porque me había propuesto vacunar a nueve millones de ecuatorianos en cien días y con dos dosis; el Ecuador tenía que salir del estancamiento, debíamos reducir aún más las muertes por COVID-19, quería que los ecuatorianos recuperaran su normalidad. Mis gestiones diplomáticas con China y otros países dieron resultados, logramos vacunas suficientes para todos los ecuatorianos en tiempo récord, lo habíamos logrado y, entonces, llegó la llamada del presidente Piñera para preguntarme sobre mi plan logístico de vacunación, ahora él estaba sorprendido con nuestros buenos resultados de lucha contra el COVID-19.
Cuando estalló la violencia de junio de 2021 en Ecuador, se mostró muy preocupado, pero compartimos el principio de que debía resolverse en términos democráticos, debíamos encontrar salidas pacíficas y detener el secuestro al que habían sometido al país. Parecía que nuestros gobiernos estaban marcados por los mismos hechos y también por la misma forma de resolver los conflictos. “La derecha recalcitrante, fascista”, como insisten los “nuevos progresistas” afincados en el poder como si fuera su casa propia, defendió la democracia con las reglas de la democracia.
En abril del 2023, Sebastián Piñera me llamó preocupado por el rumbo que tomaba el “falso juicio político” iniciado en mi contra, con la complicidad de seis jueces de la Corte Constitucional. Me preguntó en qué podía ayudarme, cómo se podía llevar a cabo un diálogo para evitar el juicio. En su nobleza también me preguntó ¿Qué podíamos hacer algo con Nebot (tildo en la é para resaltar su pronunciación con acento chileno). Una vez más fui honesto y práctico: le respondí que este era un problema personal y no político, que Nebot me odiaba y quería mi cabeza a cualquier costo sin importar lo que sucediera en Ecuador. Sebastián Piñera, como el demócrata que era, pensaba que todo podía resolverse con el diálogo, yo, conocedor de mis adversarios, sabía que hay realidades que no tienen remedio.
Ese mes conversamos con cierta frecuencia sobre los detalles del juicio político, estaba al detalle de los hechos, estaba interesado en lo que sucedería en el país con una quiebra institucional, otra vez Ecuador sumido en una crisis a riesgo de que su situación solo empeorara.
Al cabo de un mes de idas y venidas, me dijo que había llegado a la conclusión que Nébot me odiaba y que en efecto se trataba de un asunto personal: “él lo quiere ver fuera del poder a pesar de que me reconoció que usted no ha cometido peculado por omisión”. Lo sucedido después en Ecuador es de dominio público.
Yo dejé la presidencia y nuestras conversaciones continuaron, no en la frecuencia que me hubiera gustado, por eso, por todo lo que narro hasta aquí, el 6 de febrero me impactó conocer sobre su muerte. Tanto no creía, que le escribí al presidente Gabriel Boric y me confirmó que la noticia era cierta, que era un día muy duro para Chile y que sería bienvenido para asistir a los funerales de este gran hombre por el que lloraba Chile.
Ya en Guayaquil, el 7 de febrero vi por televisión el traslado de su féretro al edificio del Congreso. Eran las imágenes de una multitud de gente que quería despedirlo. Debo reconocer que se me salieron las lágrimas, quería guardar ese momento con discreción, pero mi hija Luli, quien estaba de visita en la casa, me preguntó: “¿Estás llorando?”, le dije que sí, porque Sebastián Piñera era mi amigo y ejemplo en muchos ámbitos de la vida.
Yo también quería despedirlo, así que armamos maleta y nos fuimos de un rato para otro a Santiago con Sebastián Corral, Henry Cucalón, José Ignacio Samaniego y Bolívar Parra, colaboradores muy cercanos de mi gobierno y ahora grandes amigos.
Los discursos que escuchamos de partidarios y opositores dieron testimonio de una vida de entrega al servicio a los demás. Sebastián Piñera no era un hombre solo de ideas, sino de acción, que le propuso a Chile una derecha moderna, centrista, preocupada por la lucha contra la pobreza, contra las desigualdades. Cuando se cumplieron los 40 años del golpe de Estado, él condenó las violaciones de derechos humanos de Pinochet y en su juventud votó por el “No”, para que Pinochet no continuara gobernando.
Al salir del Congreso Nacional, me abordó la prensa para preguntarme por qué había asistido a los funerales de Sebastián Piñera, le dije que había ido para celebrar la vida de un grande, ejemplo de ser humano, hombre de familia, político, senador y presidente. Además, que no solo Chile había sufrido una gran pérdida, sino que también la región lo extrañaría enormemente.
En la misa solemne abracé a su esposa Cecilia. Me dijo que “Sebastián siempre estaba muy pendiente de usted”. Nuevamente agradecí por su amistad entrañable y cuando en la catedral escuché a sus nietos cantar “tata, tata, tata”, agitando banderas de Chile al pasar delante de ellos el féretro de su abuelo, pensé que este gran hombre tuvo la dicha de servir a su país y de ser amado inmensamente.

Carta del embajador de China
Chen Guoyou
Guayaquil
marzo 4, 2024
Su Excelencia:
Tengo el honor de expresarle mis cordiales saludos y transmitirle el siguiente mensaje del Excmo. Sr. Xi Jinping, Presidente de la República Popular China, en respuesta a usted por su gentil carta del 8 de febrero del año en curso:
Me permito expresarle el agradecimiento por la carta con que me comunicó el positivo avance del Tratado de Libre Comercio entre China y Ecuador. Me complace ver que los frutos se han concretado de nuestro consenso en establecer un tratado de libre comercio, en la reunión que sostuvimos durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing, hecho que aportará beneficios tangibles a nuestros pueblos.
Durante su mandato presidencial, usted ha estado comprometido con la amistad entre China y Ecuador y ha realizado contribuciones positivas al progreso de la Asociación Estratégica Integral entre ambos países. Espero seguir contando con su permanente atención y apoyo al desarrollo de las relaciones sino-ecuatorianas.
Al tiempo de formular votos por su salud y bienestar, le reitero mi más alta y distinguida consideración.


Carta de Benjamin Netanyahu
Benjamin Netanyahu
Jerusalén
enero 2, 2023
Dear Mr. President,
Thank you for your warm lctter of congratulations following my re-election as Prime minister of Israel.
Like you, I attach great importance to the ties between Ecuador and Israel and remain committed to deepening our cooperation.
I welcome your decision to open an Ecuadorian office of innovation in Jerusalem, the eternal capital of Israel. Tis important step will help further expand our partnership in the fleld of innovation and technology.
I am well aware of the many internal security challenges that your country faces, and I hope that wc continue to strengthen our existing security cooperation for the benefit of both criuntries.
I also sincerely hope that our strengthening bilateral ties will find expression in Ecuador’s support for Israel in the intcrnational arcna.
As we usher in 2023, allow me to wish you, your family and the people of Ecuador a year of health, prosperity and peace.
H.E. Guillermo Lasso Mendoza President of the Republic of Ecuador Quito
